La rutina de Francisco Sirera (61) prometía otro final la noche del lunes 19 de mayo. Al terminar su jornada, le llamó a su esposa y madre de sus cuatro hijos, Jaqueline Morino, para decirle que no hiciera nada de comer porque llevaría la cena. Se demoró en ese trámite en un comercio del microcentro y partió a su casa de Fray Mamerto Esquiú al 460 Este,
Capital, sin saber que la muerte lo estaba esperando. Llegó a las 22,30 y su esposa lo notó: la versión policial es que ella escuchó el ruido del auto y al asomarse vio a su esposo hablar con un sujeto. La atención de Morino quedó entrampada en esa escena, porque pronto el diálogo se hizo discusión y enseguida percibió una seguidilla de manotazos del desconocido contra el abogado. Ella creía que eran golpes y al ver que su marido caía, increpó al delincuente: ‘¡qué le hiciste hijo de p...!’.
Al notar la presencia del testigo -precisaron- el sujeto acomodó algo bajo un brazo, intentó disimular con su paso pero ante los insistentes gritos emprendió una franca carrera hacia la esquina de Lavalle, donde lo esperaba su cómplice en moto.
La sospechosa escena fue percibida por policías de la Seccional 3ra que patrullaban la zona, y no dudaron en perseguirlos hasta Belgrano y Rioja. Allí supieron que Sergio Fernández llevaba un cuchillo de unos 40 cm y que el chofer de la moto era su padre Cecilio.
Más tarde, el médico forense estableció que el abogado había sufrido al menos 13 heridas con esa arma.
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