Tres delincuentes saltaron un tapial y sorprendieron al dueño de casa, al que torturaron e hirieron para que les diera dinero. También quisieron sacar del baño a su esposa, que se estaba bañando. Denunciaron que la policía demoró más de 20 minutos en llegar.
Luis González es un repartidor que sufrió la incursión de tres delincuentes portando armas de fuego que entraron a robar a su casa de Avellaneda 1860 tras saltar el tapial del patio, lo agredieron brutalmente y lo hirieron, al punto que su sangre quedó desparramada en el piso de su hogar.
Fue sorprendido el sábado alrededor de las 23 cuando el hombre preparaba un asado, aunque el hecho de inseguridad no fue informado oficialmente por la Policía. “Empecé a forcejear con ellos y detrás vino el culatazo, entraron a pegarme diciéndome ‘dame la plata’. Dos me golpeaban mientras se metían cosas en los bolsillos y el tercero registraba la casa”.
Mientras eso sucedía, Yanina, la esposa de Luis, se encontraba duchándose en el baño. Cuando los asaltantes se dieron cuenta quisieron sacarla, pero González lo evitó al seguir forcejeando con ellos.
Luis sufrió diez cortes en la cabeza y uno debajo de un ojo que requirió siete puntos, y varios golpes en diversas partes de su cuerpo. Además, su sangre quedó desparramada en el piso de su vivienda
Los delincuentes se alzaron con celulares, un televisor LED, una computadora portátil, algo de dinero en efectivo que tenía en la casa y otras cosas, y se fueron por la puerta del frente. Pero antes amenazaron a Luis al decirle: “No salgás que te mato”.
La víctima aseguró que la policía se demoró en llegar entre 20 a 30 minutos, a pesar que “los llamamos dos veces”.
Dijo que su esposa “salió y volvió dos veces a la esquina, se fue en auto hasta el dueño de los departamentos y cuando estaba regresando recién apareció la policía”.
Yanina comentó que mientras estaba bañándose escuchó ruidos, golpes y que decían “¿dónde está la plata?, dame la plata o te quemamos’, me puse una bata y agarré el palo del secador de piso, me quedé atrás de la puerta para partirle la cabeza al primero que entrara. Escuchaba que lo golpeaban mucho a Luis. Cuando sentí que se habían ido, salí y me patiné con la sangre que había en el piso”.
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